lunes, 26 de diciembre de 2011

Sin Título

Es difícil imaginarse una vida sin éstos "aguijones"; el clásico dolor de una herida mal curada, ese agudo y puntual ardor que te llega hasta los huesos y va penetrando lentamente el nervio hasta llegar al cerebro, pero juró, ¡juró, que no lo he buscado yo! ¡No soy yo! el que inactiva y desocupa su mente para que llegue a tentarla el diablo ¡Es todo! son los mensajes que llegan a mi teléfono, es el correo, ¡es el maldito reloj!. Ese que hace mucho, dejó de ser analógico, esa imagén falsa que daba de agujas con traslado recursivo se acabo en estas cuatro paredes, cuando son los números digitales que dejan a mi mente el estado recursivo y dejan al tiempo el infinito. ¡No soy yo! Son las cosas, las que hacen que esta herida duela como dos, como tres, como cuatro, como mil aguijones clavados en la piel. ¿No lo han notado acaso? Digo las mismas palabras: aguijones, heridas, tiempo; todo dando vueltas de nuevo y llegando al mismo punto en la pared. ¿Estaré enfermando? ¿Estaré llegando a un naufragio interior?, sólo quiero una tregua, unos segundos para ver a otro punto en la pared.

No hay comentarios:

Seguidores