martes, 14 de junio de 2011

13062011

¿Qué es esto? que siento tan extraño. En medio, de mi mundo de hadas, de cronopios y esperanzas, de fénix y quimeras. En medio de mi tranquilidad vacía, de un mundo lleno de torbellinos de violencia y soledad. De arrebatos innecesarios y llanto necesario. ¿Qué es esto? repito mientras desconozco la realidad.
-"Se lo llevo Jesús", dijo. Tranquila como si fuera algo tan natural. Y lo es. !Tristemente! lo es. Y yo, sin saber que decir, que hacer o que no hacer. ¿Qué dice, la etiqueta, que "debo" decir?, me pregunto y digo: -¿Donde lo están velando?. Mientras trato de sentir su tristeza, de hacerla mía. ¡Mala idea! Mala idea, porque eso que siento, es la tristeza de la viuda, de la hija y del hijo. De un párroco, que ha visto morir a sus ovejas. De una familia que mira morir al tronco, a su raíz. Mientras lloró. Y este llanto, ¿será mio? ¿o de otros? de ellos, que sin mediar palabra, iré a ver hoy en la tarde. Y él, Don Arnulfo, mi maestro, el que llevaba sangre de rebelión en sus venas, el que gritaba ¡Viva el pobre!. Quién creía en una teología de liberación, donde DIOS hecho hombre, vivió entre los más pobres y los dignificó con su visita, los dignifico haciéndose uno con ellos, sufriendo sus pesares. ¿Y ahora? a donde irá el llanto, la melancolía. Y esto en el pecho, ¿cómo se quita? cómo podre regresar a mi mundo normal, lleno de alegrías, de sapitos contentos y ángeles risueños. Si yo también soy huérfana de sus ojos. ¡Si toda la comunidad de mi parroquia es huérfana!. A veces, supongo que el vivir, conlleva a estas miserias. Donde también, se llegan alegrías, aunque supongo que ahora, en estos momentos, la alegría ha bajado su cabeza, ella también llora y se siente miseria.

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