viernes, 11 de marzo de 2011

Carta Abierta para un amigo..

Ya sé. No quieres verme. No quieres mis “ping”, ni mis miles, de inventivas. Del reloj que camina hacia atrás, o de la luciérnaga que se perdió en el sol. Pero no puedo. No puedo comprenderte. Como me pides, que comprenda que te vas. Que me dejas con mis soledades a cuestas o mis quejas crecientes. Con mis personajes ficticios, regados por la casa. No puedo comprenderte. Mientras un beso en mi frente, hace eco, en la calle desolada en frente de tu casa. Esa casa vieja, que bien cabe en un cuadro de Carlos Mérida o de Goethe. Tan subreal , un pedacito del tiempo en medio de la ciudad. Me duele. Me duele, el saber que no estarás, cuando me quiebre un tobillo o se me pinche una llanta.
-¡Siempre tan ocurrente! ¡Siempre evadiendo el tema!.
-No lo evado, sino que desde, las cosas pequeñas, las invisibles, son las que hablan más de de la cuenta. Esas son, las que extrañas. Como tus ojos, perdidos en el horizonte, donde el misterio invade tu rostro y parece ser, que el tiempo se detiene. Nunca te diste cuenta. Por ejemplo, el asumir que estarías siempre allí, hasta en las más tontas, como cuando me quiebre un tobillo o se me pinche una llanta, que tu amistad nunca se iría de mi casa y brillaría en la soledad que le llaman noche, en la tormenta que le llaman problemas, o en los días de sol, que le llaman felicidad. Pero mis poemas no bastan. ¡Y vaya!, que hice buena colección contigo. Pero si puedes, si tan sólo puedes leer estas líneas, aún a nudos de distancia de acá, sólo quiero q sepas, que aún estoy esperando hacerte sonreír.

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